Estimados Amigos Visitantes
En esta ocasión les traemos a colación un artículo muy
interesante relativo a los violines Stradivarius, la historia de Antonio
Stradivari y sus famosos y valiosísimos instrumentos musicales reconocidos en
todo el mundo, esperamos sea de su agrado e interés.
La voluta de la imagen de portada es del Greffuhle, fabricado en 1709, propiedad del Instituto Smithsonian. |
Una página dedicada al violín no puede dejar de albergar un artículo
sobre el mito Stradivarius, y un suceso acaecido hace poco me ha proporcionado
la motivación para escribirlo.
Efectivamente, hace poco, y
de forma incomprensible alguien dejó caer un cello Stradivarius de la colección
del Palacio Real de Madrid mientras se le estaba fotografiando, produciéndose
la rotura del mástil. Este instrumento formaba parte del Cuarteto Real,
considerado “el mejor grupo de instrumentos de cuarteto de cuerda del
mundo“. Lo cierto es que calcular el
valor de un instrumento así es casi imposible, aunque según se comenta en
algunos círculos profesionales, en una subasta podría alcanzar hasta los 20
millones de euros ¿qué debió de sentir la persona a la que se le escurrió de
las manos?
Este valor descomunal de los
Stradivarius es ya un clásico popular que ha llegado a eclipsar a cualquier
otro fabricante de instrumentos de cuerda de la historia.
La vida de Antonio
Stradivari.
El más famoso laudero de la
historia nació en 1644 en la ciudad de Cremona, Italia. Tras abandonar
frustrado su inicial deseo de llegar a convertirse en un gran violinista, entre
los años 1667 y 1679 se convirtió en aprendiz de Niccolò Amati, otro famoso laudero
italiano.
En un principio, Antonio
sólo se dedicaba a realizar tareas ordinarias y sencillas de reparación en el
taller de Amati, pero su especial habilidad y talento lo llevaron a realizar
cada vez trabajos de mayor importancia.
A los 17 años, ya consiguió
que se le encomendara la fabricación de un violín en su totalidad, demostrando
haber alcanzado la maestría de su maestro Amati en un tiempo asombroso.
Tres años después conoció a
una joven viuda, Francisca Ferraboschi, con quien se casó el 4 de julio de
1667, y éste es uno de los pocos sucesos biográficos registrados del artista.
Como muchos hombres geniales, Stradivarius fue un hombre sencillo, modesto y
taciturno, que sólo pensaba en su familia y su trabajo.
Tuvieron que pasar otros
tres años, hasta 1670, para que en los instrumentos del genial alumno
apareciera el letrero prestigioso: “Antonius Stradivarius Cremonensis Faciebat
Anno …” (Antonio Stradivari de Cremona, fabricado hacia el año… ), seguido de
la fecha de fabricación, una inscripción que, desde hace cientos de años,
coleccionistas y músicos sueñan con leer algún día en un violín de su
propiedad.
En 1683 se instaló por su
cuenta en la Piazza San Domenico de Cremona, el mismo edificio que su maestro,
y pronto adquirió fama como creador de instrumentos musicales. Comenzó a
mostrar sus primeros rasgos de genio y originalidad realizando alteraciones en
los modelos de violín de Amati, fabricando violines más estrechos y alargados,
rasgos que se acentuarían progresivamente con los años. Esas proporciones
favorecieron un tono más penetrante; la densidad de la madera y un barniz
especial, cuya fórmula se desconoce y ha sido fuente de numerosas conjeturas,
contribuyeron al aumento de la vibración y a la perfección del sonido.
Detalle de la voluta del “Sunrise” |
El arco fue mejorado, los
espesores de la madera calculados más exactamente, el barniz más coloreado y la
construcción del mástil mejorada. Alcanzó la perfección que ha sido motivo de
minucioso examen y estudio, particularmente en lo que atañe al fenómeno de la
sonoridad. Sólo a sus violines se les reconocen las cualidades de todos sus
predecesores en un solo instrumento: fuerza, dulzura, poder y expresión.
Es precisamente entre 1700 y
1725 cuando construyó sus más preciados
violines superando en calidad a los posteriores; se calcula que construiría
alrededor de 13 al año. Son cerca de 350 instrumentos, a los que hay que añadir
centenares de ellos fabricados antes y después de este periodo.
Contrariamente a lo que les
sucedía a algunos otros artistas que obtuvieron reconocimiento hasta después de
su muerte, Stradivarius desde su madurez gozó de fama extraordinaria, no sólo
en Italia sino en el mundo entero.
Cuando Antonio tenía 54
años, murió su esposa Francisca, madre de sus cinco primeros hijos. Al año
siguiente volvió a casarse con Antonia María Zambelli, con quien procreó seis
hijos más.
Stradivarius firmó su último
violín a los noventa y dos años de edad. A partir de 1730, muchos violines
fueron firmados Sotto la Desciplina d’Antonio Stradivari F. in Cremona [año], y
fueron probablemente hechos por sus hijos, Omobono y Francesco.
Tras haber tenido una
fructífera y longeva existencia, murió en 1737, con 93 años, dejando 1,100
instrumentos entre violines, violonchelos y violas, de los cuales, cerca de 650
se conservan a fecha de hoy.
Fue sepultado en la misma
ciudad en la que nació.
Qué tienen de especial los
violines Stradivarius
Stradivarius “Greffhule”, 1709. Instituto Smithsonian. |
Aunque parezca increíble,
todos los grandes violines fueron fabricados por tres familias, los Amati, los
Stradivari y los Guarnieri, en un rincón de Cremona, población del norte de
Italia.Se cree que aún existen cerca de 800 Stradivarius, 250 Guarnieris y sólo
6 originales de Andrea Amati. Muchos son tan famosos que llevan nombres
especiales, como el Stradivarius “Dancla” 1710, en el que el violinista Nathan
Milstein ha lucido su virtuosismo; el “Parke” 1711, predilecto de Fritz
Kreisler, y el “Delfín” 1714, tocado por el incomparable Jascha Heifetz. Salvo
algunos grandes violines que desaparecieron en guerras y revoluciones, casi
todos se conocen y hasta comprobar que fueron obra de algún maestro cremonés.
Hasta mediado el siglo XVI
Cremona gozó de la fama que le conferían sus espléndidos Palacios y su catedral
del siglo XII; pero en los tres siglos siguientes obtuvo más renombre por los
8.000 instrumentos que construyeron sus artesanos.
El violín de Cremona es la
perfección misma. Las catedrales góticas y los relojes finos, son obra de
muchos hombres; el violín es creación de uno solo. Deben tocarlo y acariciarlo
dedos capaces de arrancarle sonidos que evoquen la voz humana con la lengua del
espíritu. Es un triunfo de la física, la química, las matemáticas y aquella
pasión barroca que se abrió paso en el renacimiento clásico como síntesis del
intelecto y la emoción.
Los estudiosos mantenían que
el violín derivaba de la viola, pero nadie ha encontrado el eslabón perdido. No
hubo modelos experimentales. Fueron perfectos desde su principio.
Amati construyó
probablemente los primeros alrededor de 1540 y en diez años se extendieron por
Europa.
Desde que Claudio Monteverdi
-padre de la ópera y también cremonés- escribió música para el nuevo
instrumento, éste ha reinado en la composición occidental. Constituye el
cimiento de la sinfonía; da el más importante colorido tonal y, a menudo, la
melodía.
Básicamente es un cuerpo
hueco de 70 a 90 piezas y, en conjunto, no más de 280 gramos; no obstante, cada
ejemplar es único. El sonido dulce y aterciopelado de un Stradivarius difiere
del Guarnieri dal Gesú, que es sensual y terso. Algunos expertos hasta afirman
poder percibir la diferencia entre dos Stradivarius y a la vez reconocer las
peculiaridades que los distinguen de otros.
Los primeros Amati lucían
una voz intensa y rica. Los elementos principales eran la caja de resonancia,
combada en la parte superior, cuatro cuerdas templadas a intervalos de una
quinta, un puente de arco elevado y un diapasón que, por carecer de trastes,
permite y obliga al ejecutante a crear los tonos. No había, sin embargo, un
plan definido. Amati y los insumes violeros que le siguieron emplearon la vista
y el instinto no menos que el cincel.
El bonito flameado del “Sunrise” |
Cuando Andrea Amati comenzó
a fabricar violines, Miguel Ángel y Tiziano eran ya ancianos y el renacimiento
alcanzaba su apogeo. Andrea y sus hijos Antonio y Girolamo crearon muchos bellos
instrumentos que aún se tocan. Con todo, el hijo de Girolamo, Niccolo, los
aventajó en prestigio. Sus instrumentos son increíbles y producen sonidos de
una finura exquisita.
Niccolo, quien también
destacó por su habilidad para enseñar el dificultoso arte de fabricar violines,
confió sus secretos relativos al barniz y la madera a dos aprendices que vivían
en la misma manzana; Antonio Stradivari, considerado ahora el violero por
antonomasia, y Andrea Guarnieri. La clave de su oficio era la paciencia, pues a
veces era necesario sazonar la madera durante diez años.
De los componentes del
violín, el más enigmático es el barniz, que preserva la madera y da al
instrumento su belleza y su timbre de sonoridad propio. Cabe comparar el tono
del Stradivarius al del oboe, a diferencia del Guarnieri dal Gesú, cuyo sonido
se parece más al del corno francés. Y es que cada fabricante empleaba un barniz
distinto. Se cuenta que Stradivari usaba, entre otros ingredientes, la llamada
sangre de dragón, sustancia gomosa y roja obtenida del fruto de una palmera
malaya que Marco Polo trajo del Oriente. Pero, ¿cuánto barniz aplicaba y en qué
forma? ¿ Mezclaba los ingredientes fríos, tibios o calientes? Estos secretos
murieron con él.
Posteriormente sustituyeron
el aceite por el alcohol para que el barniz secara más rápido. Retornando a los
métodos cremoneses, algunos trabajan hoy sin apuro en un clima seco, templado,
pues saben que un gran violín es producto, por una parte, del arte y el
espíritu del artífice, y del tiempo, por otra. Acaso dentro de dos siglos
algunos de sus instrumentos suenen como los Amati, Stradivarius y Guarnieri,
pero aun entonces los violinistas seguirán ejecutando en esas maravillas de
Cremona y las considerarán la obra más perfecta del hombre. (*)
(*) Fuente: Joseph
Wechsberg, “Anatomía de un violín”, en Selecciones del Reader´s Digest,
pp.44-47.
Exposición de instrumentos Stradivarius “La estética de lo sublime” en Cremona. |
Las teorías sobre su sonido.
Se han escrito numerosas
hipótesis sobre la razón de la perfección del sonido Stradivarius.
Barniz mágico
La teoría más popular se
basa en el uso de un barniz mágico cuya fórmula se habría perdido tras la
muerte del artesano. Cuenta la leyenda que la escribió en una página de la
Biblia familiar, que fue destruida por uno de sus descendientes para que el
secreto no cayera en manos de extraños. Sin embargo, el Dr. Colin Gough,
investigador de la Universidad de Birmingham del Reino Unido, en un artículo
titulado “Ciencia y Stradivarius” descartan la existencia de un secreto en la
composición del barniz.
Lavado de la madera
La posibilidad de que la
madera tuviera un cuidadoso y largo proceso previo de lavado y secado (hasta 60
ó 70 años) ha alimentado algunas teorías, más tarde rechazadas.
El árbol en el río
Esta historia cuenta que el
mismo Stradivari encontró un árbol dentro de un río de cuyo tronco de este
árbol creó algunos de sus más renombrados instrumentos. Esta teoría se
encuentra justificada a través del concepto de vibración que adquieren los
materiales con el tiempo. Se dice que la propia madera adquirió la vibración
del río, lo que le da un sonido único e irrepetible.
Barcos hundidos
Una poética leyenda que
afirma que Stradivarius extraía sus materiales de la madera de los barcos
naufragados.
El insecticida
Las termitas y la carcoma
eran un peligro constante e implacable en la época. El uso de unos polvos
insecticidas desconocidos habría resultado ser el inesperado causante de su
bello sonido.
El Dr. Joseph Nagyvary, un
químico húngaro que es catedrático en la Universidad de Texas, observó los
terribles efectos de las termitas sobre muebles e instrumentos musicales en el
Norte de Italia, mientras que los Stradivarius no solían sufrir estos daños.
Ello le llevó a la búsqueda de las posibles sustancias insecticidas usadas en
el pasado con efectos acústicos, lo que le condujo a descubrir el bórax,
insecticida y endurecedor de la madera, que produce un sonido más brillante;
fungicidas, como la resina gomosa de los árboles frutales y polvo de vidrio
triturado, usado como antitermita.
Para Nagyvary, el secreto
radica en unos violines perfectamente construidos, usando maderas con un
tratamiento previo prolongado de remojo que facilitaba la apertura de sus poros
y, de forma fundamental, en el tratamiento final de la madera con una mezcla
equilibrada y adecuada de las tres sustancias citadas.
El Doctor Nagyvary está
reproduciendo estos procedimientos para fabricar violines y, como prueba de su
acierto, alega que en diversas audiciones realizadas por especialistas y
virtuosos, éstos no han logrado distinguir entre un Stradivarius y un violín
Nagyvary.
Ésta es, quizá, la teoría
más consistente hasta el momento.
La voluta del “Hellier”,
1679.
|
El cambio climático
Los científicos Lloyd
Burckle, de la Universidad de Columbia y Henri Grissino-Mayer, de la
Universidad de Tennessee, han propuesto una novedosa explicación para
comprender el porqué los famosos violines Stradivarius, así como algunos otros
construidos a finales del siglo XVII y principios del XVIII, son superiores en
cuanto a sonido. Para estos dos investigadores, podría explicarse teniendo en
cuenta el clima que imperaba en Europa y quizá en buena parte del mundo entre los
años 1645 y 1715.
Conocida como el Mínimo de
Maunder, esta era se caracterizó por una notable escasez de manchas solares y
por una reducción de la actividad de nuestra estrella. Ello propició un
considerable declive en las temperaturas que ha sido bautizado como “Pequeña
Edad del Hielo”, un período de frío intenso que afectó sobre todo a Europa
Occidental.
Los largos inviernos y fríos
veranos durante este período de 70 años produjeron madera de lento y regular
crecimiento, con anillos estrechos en los troncos de los árboles de los bosques
europeos, propiedades muy deseables para la producción de instrumentos sonoros
de gran calidad.
Stradivari nació
precisamente un año antes del comienzo del Mínimo de Maunder. Él y otros
fabricantes utilizaron la única madera disponible, de los árboles que crecieron
durante esa era.
Burckle y Grissino-Mayer
sugieren que la existencia de anillos estrechos en la madera no sólo hacía más
fuertes los violines, sino que además incrementaba la densidad de la madera
empleada.
Actualmente no existen las
condiciones climáticas con las temperaturas que se produjeron en aquella época,
y por lo tanto, la madera que emplean los mejores constructores de violines no
posee las mismas características.
Violín del Cuarteto Real. Palacio Real de Madrid |
Destruyendo el mito.
Recientemente, un “supuesto
estudio” vino a demostrar que 21 violinistas profesionales no distinguen el
sonido de un Stradivarius del de uno nuevo de fábrica de alta gama y que
incluso preferían el sonido de los nuevos al de los antiguos. Sin embargo, no se
sabe que ninguno de los 650 ejemplares que quedan actualmente hayan bajado su
precio un ápice.
Links:
Base de datos de
instrumentos Stradivarius de www.Cozio.com
Wikipedia: Stradivarius y Antonio Stradivari
LA ANATOMÍA DE UN VIOLÍN Por
Joseph Wechsberg
Fuente: DEVIOLINES.COM
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